25 de abril de 2011

Ruidos


Al llegar a casa vio la nota sobre la mesa: Estamos en casa de Ana y Miguel. Volveremos tarde. Puso la televisión y subió el volumen para no oír más. Con la carta de ajuste llegó el momento de mayor ansiedad. Le aterrorizaba la noche a solas, cuando los vecinos callaban y sus ruidos cotidianos eran sustituidos por el crujir de las paredes y la dilatación del plástico del televisor, ruidos que interpretaba como voces del más allá. Dejó la luz del dormitorio encendida, cerró la puerta con pestillo, se tapó hasta las orejas y pegó la espalda a la pared para mayor protección. No volvió a respirar hasta que oyó la puerta de la calle abrirse, los tacones en el salón y las llaves de su padre caer sobre el vacía bolsillos. Al día siguiente se despertó con el sonido del teléfono. Al otro lado del hilo: Hija, tu padre se sintió indispuesto y hemos dormido aquí. Siento que hayas pasado la noche sola.

Imagen: Studio Universal

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