1 de julio de 2011

Revelación


Al segundo día abrí los ojos y al principio solo vi tinieblas. Poco a poco empezaron a dibujarse otros cuerpos yaciendo sobre el suelo entre ratas y restos fecales. Las baldosas se habían convertido en una suerte de lecho pegajoso teñido por los esputos sanguinolentos y otros fluidos orgánicos y el hedor a orín podrido me atravesaba la nariz en cada inspiración y me perforaba los pulmones. Busqué las bubas en el cuello, no encontré nada. Después me exploré las axilas, ni rastro de ellas. Como pude me incorporé y retiré de mis piernas aquello que en otro tiempo fueron ropas, las bubas de las ingles también habían desaparecido. Miré alrededor en busca de alguna cara conocida. Doce o catorce cuerpos más allá vi la de mi hermana, tan azulada que no parecía de este mundo. Todavía mareada me arrastré hacia ella sorteando todo tipo de obstáculos humanos y animales. Levantó la vista y me habló con los ojos mientras su alma se escapaba en cada golpe de tos, vaciándose lentamente por la boca y por las bubas reventadas de pus. Despejé su cuerpo de telas y presioné su pecho con las manos durante largo rato, hasta que adiviné la caída del sol por la escasa luz que atravesaba los ventanucos. Primero su cuerpo dejó de arder, después se calmó la tos, más tarde su piel comenzó a recobrar el color de los vivos, a la vez que los tumores disminuían su tamaño hasta convertirse en minúsculas manchas rosadas.
- ¿Cómo lo has hecho? – me preguntó. –No lo sé, pero este tendrá que ser nuestro secreto, de lo contrario me quemarán en la hoguera, y a ti conmigo.
Durante semanas, mientras mi hermana salía a buscar agua y algo de comida cobijada por la oscuridad de la noche, impuse mis manos a los moribundos. Debía ser cauta, por lo que justo antes de que tomaran conciencia de lo que sucedía me retiraba y me escondía bajo el antiguo púlpito. Entonces el que había estado más allá que acá se levantaba y santiguándose atravesaba la puerta sin mirar atrás. Fue fácil engañar a los de fuera, nos habían abandonado en aquello que fue iglesia y solo se asomaban un palmo para meter a empujones a los nuevos apestados.
Un día se abrió la puerta como en tantos otros y cayeron desplomados tres cuerpos. Me acerqué y reconocí al hijo del comendador mayor en el que peor aspecto tenía. No se hacían distinciones cuando se trataba de salvar el pellejo de los todavía sanos. Le arrastré hasta un rincón mientras mi hermana me suplicaba que no lo hiciera, que le dejara morir, repitiéndome una y otra vez que si me descubría no dudaría en señalarme como bruja. Le toqué como a los otros hasta que se le abrieron los ojos y recuperó la vida. Fue más rápido de lo habitual y antes de que pudiera esconderme ya estaba de pie. Atravesó la puerta sin apartar su vista de mí, tenía la mirada de los ciegos de corazón. Poco después se oyeron las voces de la guardia acercándose a la vieja iglesia. Apreté la mano de mi hermana todo cuanto pude y le pedí que confiara. Cuando llegaron solo encontraron decenas de cadáveres, entre ellos los de dos muchachas abrazadas.
Nunca he sabido cómo llegó esto a mí, ni tampoco me lo he preguntado. Solo sé que puedo decidir sobre la vida y la muerte y que el secreto ha estado a salvo todo este tiempo, hasta hoy.

Imagen: Oleg Duryagin

10 comentarios:

  1. Magnífico relato, justo vencedor del CDLXXXV Tintero Virtual. Muchas gracias por compartirlo.

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  2. Enhorabuena por el premio, Frida. Me ha encantado el relato y la imagen es magnífica.

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  3. Me ha gustado mucho tu relato. Enhorabuena, es un digno ganador.

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  4. Fantastico relato Frida. Felicidades por el premio.

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  5. Buenos días Frida, enhorabuena por el premio bien merecido.

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  6. maravilloso relato y excelente imagen.

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  7. Gracias, amigos. Vuestras palabras son un gran apoyo para mí.

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  8. Ay, que creo que te he dejado el comentario sin firmar y en anónimo. Bien, pues me repito en lo que ya te había dicho, que muy bueno y que me ha gustado mucho.
    Un beso enorme

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  9. Lauraaaa, guapísima, muchas gracias, que me encanta verte por aquí.

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