6 de diciembre de 2011

Agustín gaseoso


Llegado el momento de partir hacia el camposanto no había manera de hacerse con el finado; el tronco del malogrado Agustín, para pavor de todos los presentes, se erguía como un resorte cada vez que intentaban introducirle en la caja. Así estuvieron dos horas hasta que apareció la antigua novia y todavía amada Catalina y se sentó plañidera a los pies del difunto. Ya tranquilo, Agustín gaseoso, que se había acomodado en un rinconcito junto a la ventana desde donde no perdía ripio del velorio, hizo desvanecer el hilo invisible que lo ataba a su cuerpo yaciente sobre la cama. Se esfumó por la grieta de la pared que tantas veces había enyesado.

Imagen: Murco

2 comentarios:

  1. Pobre Agustín. Si de nada vale aferrarse a lo que no puede ser. Ya se que hace algún tiempo que no paso por aquí, pero como sé que eres un excelente anfitriona... ¿me invitas a un café?
    Se te dan muy bien los micros, ¿sabes?
    Un besazo, Frida

    PD. Te prometo que ya no muevo más los muebles en Dragonfly, jajajaja!

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  2. Te invito a un café y a lo que haga falta, Laura. Ya sabes que aquí nunca te faltará de nada, que no me entere yo. Gracias, guapetona.

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