Agustín gaseoso II
Se esfumó por la grieta de la pared que tantas veces había enyesado.
Planeando sobre los tejados descubrió un mundo que no había
visto hasta entonces. La falta de experiencia provocó un ligero tropiezo con la
veleta de la torre de la iglesia que asustó a la cigüeña. Reanudada la marcha,
se filtró un momento en casa de su Catalina y comprobó, con una mezcla de
agrado y melancolía, que nada había cambiado a pesar de haber roto relaciones;
sus fotos estaban guardadas en un cajón de la cómoda. Ya sobre la plaza, se
entretuvo viendo jugar a algunos niños del pueblo al escondite, ajenos al
fallecimiento de su paisano. Fue divertido, hasta se permitió soplar en la
oreja de Juanito dónde se ocultaba el hijo del tabernero.
Aquella imagen de la inocencia infantil le transportó a su
propio pasado, cuando un cuerpo menudo le envolvía, libre de prejuicios aún.
- - ¿Quieres chocolate? –le había preguntado la
primera vez que se acercó a Catalina.
- - Dice mi padre que eso es almuerzo de burgueses,
a mí solo me dan pan, algunas veces con aceite.
- - ¡Qué tontería, si yo nunca he estado en Burgos!
- - ¿Y entonces por qué comes chocolate?
- - Lo manda mi tío.
- - ¿Desde Burgos?
- - No, desde Francia.
- - Pues entonces yo qué sé –respondió la niña sin
apartar la vista del almuerzo de su recién estrenado amigo- Bueno, dame un poco.
La visión de la comitiva fúnebre acercándose por la calle de
en medio devolvió a Agustín al presente. Le llevaban en volandas entre seis.
Santos, el arrimado de Gertru, dio un traspié y Agustín temió por su integridad
corpórea. No fue a mayores gracias a que el tío Revuelta estuvo espabilado; por
lo temprano del día, no le había dado tiempo a tomar más que tres chatos. Al
llegar a la plaza el marido de la mercera hizo un gesto de autoridad y los
niños se pusieron firmes. Les siguió hasta el cementerio. Detrás de la caja,
primero los hombres y después las mujeres, como toda la vida. Esto hizo recordar
a Agustín por qué rompió su noviazgo con Catalina.
- - No tiene por qué cambiar nada –había dicho ella.
- - ¿Cómo que no cambia nada? ¿A cuántas mujeres
como Dios manda conoces tú que estudien? Y encima sola, en la capital.
- - Voy a casa de mi tía Virtudes, que buen nombre
le dieron. Vente conmigo, hay buenas pensiones.
- - ¡Que no! Mi mujer no va a saber más leyes que
las de atender a su marido y a sus hijos, faltaría más.
- - Ya lo tengo decidido.
- - Pues entonces ya sabes lo que hay.
Recuerdos de un principio y un final, eterno esta vez, sin
posibilidad de enmienda. A fin de cuentas, estaba muerto. Qué idiota había
sido.
Hacía rato que una espesa franja de luz se había colado en
la habitación de la madrileña calle Embajadores, pero Agustín no despertó hasta
que comenzaron a meter el ataúd en la fosa. Catalina, serena belleza
septuagenaria, dormía a su lado abrazada a la almohada.
Ilustración: Fairytale Design
Ilustración: Fairytale Design
Escribes bien
ResponderEliminarun saludo
Gracias, Berta. Vuelve cuando quieras.
ResponderEliminarMe gustó :)
ResponderEliminarMe gustó :)
ResponderEliminarNena me ha encantado leer la historia de Agustin y su amor Catalina, la intriga de saber que el era el muerto. De veras magnifica entrada, siento no haber venido antes a leerla.Bss
ResponderEliminarGracias, Lalaith e Isaboa. Ando algo atareada, pero de este fin de semana no pasa que me acerque por vuestras Historias incompletas y Cartas rotas para ver qué hay de nuevo por allí. Seguro que mucho y bueno. Besos.
ResponderEliminar¡Ah!, ¿cómo? ¿No había comentado yo este relato? Se ve que pensé hacerlo pero no lo hice...
ResponderEliminarBien, no es tarde: magnífico, Frida, magistralmente construido sobre una historia originalísima.
Enhorabuena y un beso.
Eres muy amable, Vichoff. Tengo pendientes algunas visitas que espero realizar este fin de semana, entre ellas a tu caja. Seguro que será divertido. Un besazo.
ResponderEliminarRecuerdo ese otro Agustín gaseoso, más pequeño y compacto, que escribiste para Gigantes. No pensé volvérmelo a encontrar, por eso la sorpresa ha sido, además de gratificante, grande. Solo hay un problema, es altamente aditivo :-) Dime, por favor, que volverá a visitarnos.
ResponderEliminarBuen texto, Frida, merecido podio. Enhorabuena.
Besos y abrazos
Me ha gustado mucho,. Leer tus relatos es siempre un placer
ResponderEliminarMuchas gracias, Mari Carmen. Tus palabras son siempre tan reconfortantes. Me alegra muchísimo que te guste y veo que te acuerdas del primero. Me apetecía rescatarlo. Un beso enorme.
ResponderEliminarGracias, Amparo. El placer es mío por recibir tu visita. Un abrazo.
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