Nada II
Ha pasado tiempo y sin
embargo la habitación se vuelve gris al recordar aquellos meses en Barcelona,
retratados minuciosamente por la joven mujer que cada día se sienta a dibujar
mis sueños rotos que también fueron los suyos, nuestras ilusiones devastadas
por el viento helado de posguerra. A ratos el repiqueteo de la máquina de
escribir cesa y su mirada se pierde más allá de la ventana. Es entonces cuando
yo, su alter ego, si no conociera la respuesta, le preguntaría: ¿qué ocurre,
Carmen? pero la conozco. Ella siempre me respondería: nada, Andrea, no ocurre
nada.
Al releer estas líneas un escalofrío me sube por la
espalda. Hay muchos otros en su rincón y sin embargo es este libro, abierto por
la página de estas palabras suyas, el que ha buscado mis manos. Y es que «nada»
es de lo que siempre huyó. Frida o Lydia Cotallo, porque nunca estuvo definido
el límite entre la una y la otra, era una
mujer tremendamente sensible, extrema al dar y al esperar de los demás, intensa
en la forma de vivir su vida, inútil para gestionar sus emociones. Era una
mujer excéntrica, singular, pero sobre todo, era mi madre.
Vivir con ella era una experiencia sumamente divertida a
la vez que un continuo sobresalto. Nunca se sabía qué cocinaba en la olla a
presión que tenía por cabeza. De repente, sin el más mínimo aviso previo, la
olla estallaba por los aires y nos alcanzaban sus ocurrencias disparatadas,
muchas veces, difíciles de digerir. Así era ella, la más novedosa y excitante
de las montañas rusas. De pronto, algo cambió.
Aquellos días, que empezaban a ser muchos, pasaban por su
vida con una lentitud que le resultaba asfixiante. Poco tiempo antes había
hecho nuevos amigos cansada de los viejos, se había cortado el pelo a lo garçon, había renovado su armario, hasta
había cambiado de pareja. Todo con tal de no dar lugar al aburrimiento. Intentó,
supongo, apoyarse erróneamente en lo que había más allá de su piel, sin ser
consciente o sin querer serlo, de que el cambio que necesitaba debía buscarlo
en su interior. Aquellos días lentos la llenaron de tedio.
Yo le preguntaba lo que ocurría y su respuesta me dejaba
helada, la palabra nefasta retumbaba en su cabeza y en la mía: nada. Y un día, huyendo
de ella, se sumió en la más grande de todas, la de la ausencia de ser.
Imagen: Laura Williams
Nota: No
encontré seudónimos y nombres más apropiados. Por favor, que nadie se alarme.
Soy feliz.
Cómo odio estos momentos en los que no logro encontrar las palabras justas y adecuadas para definir lo que siento. Cuán difícil me resulta expresar con palabras las emociones. A falta de ello, permíteme que sólo te diga que este relato me ha cautivado. Me quedo corto pero no sé decirlo mejor. Un abrazo.
ResponderEliminarA mí me vale con eso de que te ha cautivado. Gracias, Josep, siempre tan atento.
EliminarQue bello cielo.He sentido a tu mama,su personalidad y su vacio.Esos en los que todos nos perdemos alguna vez pero de los que no se encuentra la salida facilmente.Como tu bien dices, le falto cambiar algo por dentro.Besitos
ResponderEliminarEn realidad es mi hija quien habla de mí. Ya sabes, algo así como una biografía ficcionada, muy ficcionada. Me alegra que no hayas pensado en mí, por otro lado, así no te has hecho la idea equivocada de que sea infeliz, lo que te habría entristecido. Un besazo, guapetona.
Eliminar¿Qué somos si nos invade la nada? Hay muertos que dejan esencia, son más vitales que los vivos habitados por la nada. Profundo y conmovedor, Frida. Un besito.
ResponderEliminarAldonza.
http://lecturaalahoradelte.blogspot.com.es/
Afortunadamente, ni a ti ni a mí nos habita la nada. Mucha gracias por la visita y el comentario. Siento la tardanza en contestar.
EliminarBesos
La nada o el Universo entero. La nada desnuda, seca, fría y a veces sana. La nada martillo de los días y los años que marchitan la piel para seguir siendo NADA.
ResponderEliminarSoberbio, Frida, y nada menos.
Siempre tan generosa... Un besazo, Araceli.
Eliminar"Nada" es todo ( lo digo en una de las páginas de El Amuleto ) y fue el libro que me abrió, en mi adolescencia, los ojos a la Literatura como algo enraízado en la existencia. Fue mi libro - es mi libro - fetiche, el que se aferra al tiempo y lo enlaza en todas sus etapas. Leer tu texto, Lydia, me ha llegado dentro. Porque se han unido en tu reflexión narrada ( esa espléndida descripción silenciosa interior mezclada con la exterior ) la memoria de Andrea -el personaje de Carmen Laforet- y también la misma autora, otra maravillosa excéntrica y una escritora excepcional, además. Y tú, claro, que estás en todas las líneas. Me ha gustado tanto cómo entras en las sombras y en las luces de ese personaje, luminoso y oscuro, tan vivo y tuyo, tan real y ficticio, tan cercano y distante al mismo tiempo. Esa realidad vivida a tu alrededor la haces nuestra, nos la regalas para hacerla nuestra, y uno llega a amar este texto a poco que sepa leer y sea capaz de percibir lo que estas letras transmiten. Nos llevas tan bien a las puertas de entrada y escape de la vida...
ResponderEliminarLos límites son difusos siempre. Me gusta que así sea, una puede pasar de un lado a otro con facilidad y aunque prefiero las puertas de entrada, conviene no perder de vista la salida de emergencia. Just in case :-)
EliminarGracias por tu comentario. Siempre es un placer recibirte en mi casa.
Besos
Mi libro iniciático fue Nada, gracias por este regalo,querida. Es una delicia.
ResponderEliminarUn beso
Gracias a ti, Carmen. Mi libro iniciático no fue Nada, pero sí uno de los que más me marcaron. Me alegra que te haya gustado el relato.
EliminarUn beso enorme.
Holaaaaa, muy buenas tardes Frida.
ResponderEliminarAquí estoy. He caído de pura casualidad en tu página, estaba buscando algún blog que me aportase algo interesante y consiguiese distraerme del estrés, y el tuyo lo ha conseguido. Me ha servido para pasar media horita de relax y olvidar un poco el estrés de la búsqueda de trabajo (qué te voy a decir... La crisis es muy mala, suerte que puedo decir que soy redactora de artículos para una empresa y, quieras o no, algo es algo, aunque no sea remunerado y únicamente me paguen por artículos escritos).
Estoy convencida de que seguiré visitando de forma asidua tu página, ya que me está aportando un punto de vista diferente que luego quizás pueda visualizar en mi blog. ¡Todo lo bueno bienvenido sea a mi mente! Me encanta aprender algo nuevo, y tú lo has conseguido, me has enseñado una nueva lección sin necesidad de explicármela. Gracias por compartir tu mente con todos nosotros, y enhorabuena por tu trabajo realizado en la red. Aquí tienes a una bloggera para lo que necesites; me gusta ayudar y compartir webs amigas.
Antes de marcharme brevemente, si me lo permites, me encantaría compartir contigo mi web de literatura personal optimista "Positiva Dimensión" y de "Tomb Raider Spain", puede que te aporten cosas constructivas, puedes acceder a ellas haciendo clic en mi nombre de usuaria, pero aquí te dejo la dirección por si las moscas:
www.positivadimension.com
www.tombraiderspain.com
Espero que sea de tu agrado y que lo disfrutes.
Un cordial saludo desde el Sur de España, y muchísima suerte en todo lo que hagas.
M.
Gracias por tu comentario, Melodie. Visitaré tus páginas.
EliminarUn abrazo.
No siempre hablamos de nosotros mismos cuando escribimos, pero siempre hay algo de uno mismo en lo que escribimos. A menudo me ha parecido un misterio la percepción que puedan tener los demás de mí. Me parece preciosa tu manera de retratarte, aunque todo sea ficción... o puede que no todo. Un besote Lydia.
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