Segunda oportunidad
De poco sirvieron su belleza exuberante, las peleas
encarnizadas con Sandra y otras chicas de la casa y sus escarceos sexuales con
Luis y Mario. Primero había esperado pacientemente la mayoría de edad y
después, durante un par de años más, preparó su mente para el gran salto y fijó
su estrategia con todo detalle. Algo falló, nada de eso dio el fruto esperado y
su viejo sueño de hacerse un hueco en televisión tuvo que desvanecerse poco
después, como el humo del cigarrillo que estaba fumando.
Como quien disfruta de una copa del mejor champán francés,
sorbo a sorbo, lentamente, inhaló una profunda y placentera calada frente al
espejo del baño, con la seguridad de que esta vez no dejaría escapar la segunda
oportunidad que el chou bisnes le ofrecía. Acarició su larga y ondulada melena
pelirroja mientras dedicaba poses sensuales a su reflejo, se sintió
irresistible al extender la loción corporal sobre su blanca y suave piel. Embriagada
por su propio ego, recordó el momento en que su antiguo representante le habló
de la fiesta multitudinaria que la cadena celebraba por el vigésimo cumpleaños
de Gran Hermano.
Atrás quedaría pronto la pena por el olvido público y la entonces
irremediable vuelta a su trabajo como dependienta de Mango. Habían transcurrido
cuatro años desde su paso por Gran Hermano 16 y sin embargo, como si no hubiera
pasado el tiempo, revivía su viejo sueño con cada pincelada de sombra de ojos. El
evento reuniría a participantes de todas las ediciones, periodistas,
productores, famosos vinculados al concurso y directivos de la cadena, no podía
permitirse escatimar en recursos, debía acaparar todas las miradas. Con sus
ahorros compró el vestido más espectacular de Stella McCartney y unos Manolos
suficientemente altos para catapultarla al cielo de las estrellas de
televisión. Su amiga le prestó el dinero para hospedarse en un lujoso hotel de
la capital durante los días previos, con todo lo necesario para aliviar tensiones
que pudieran repercutir negativamente en su aspecto.
Una vez peinada y maquillada se enfundó en su vestido azulón
y se subió a los zapatos; la limusina que había alquilado su hermano para ella
esperaba en la puerta del hotel. Atravesó la recepción con paso firme disimulando
darse cuenta de que todas las cabezas se giraban para admirar su belleza. ¡Qué
excitación! Su nueva vida estaba a punto de empezar.
Al llegar a la fiesta, al estilo de las divas más divas
hollywoodienses, dejó resbalar su estola hasta los brazos extendidos de la
encargada del ropero y se dirigió altiva al centro del salón en busca de
alguien solvente que le ayudara a conseguir su propósito. No había caminado
cuatro o cinco metros cuando vio a Sandra coqueteando con uno de los productores
del programa. ¡Horror! Su eterna rival, quien tras el susto inicial esbozó una
sonrisa de satisfacción al ver la cara estupefacta de Sofía, llevaba su mismo
vestido. Sofía, ni corta ni perezosa, dispuesta a aprovechar esta segunda
oportunidad a cualquier precio, deslizó los tirantes del vestido dejando que
este cayera hasta los pies. Ataviada únicamente con una minúscula braguita
plateada, tomó una copa de cava de la bandeja de uno de los camareros y
alborotando con la mano su larga melena, ante la mirada atónita de todos los
presentes, se dirigió decidida al fotocall.
Imagen: Tamara de Lempicka
Imagen: Tamara de Lempicka
Muy buen ritmo, vas mejorando con el paso de los cuentos.
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