15 de junio de 2012

Segunda oportunidad



De poco sirvieron su belleza exuberante, las peleas encarnizadas con Sandra y otras chicas de la casa y sus escarceos sexuales con Luis y Mario. Primero había esperado pacientemente la mayoría de edad y después, durante un par de años más, preparó su mente para el gran salto y fijó su estrategia con todo detalle. Algo falló, nada de eso dio el fruto esperado y su viejo sueño de hacerse un hueco en televisión tuvo que desvanecerse poco después, como el humo del cigarrillo que estaba fumando.

Como quien disfruta de una copa del mejor champán francés, sorbo a sorbo, lentamente, inhaló una profunda y placentera calada frente al espejo del baño, con la seguridad de que esta vez no dejaría escapar la segunda oportunidad que el chou bisnes le ofrecía. Acarició su larga y ondulada melena pelirroja mientras dedicaba poses sensuales a su reflejo, se sintió irresistible al extender la loción corporal sobre su blanca y suave piel. Embriagada por su propio ego, recordó el momento en que su antiguo representante le habló de la fiesta multitudinaria que la cadena celebraba por el vigésimo cumpleaños de Gran Hermano.

Atrás quedaría pronto la pena por el olvido público y la entonces irremediable vuelta a su trabajo como dependienta de Mango. Habían transcurrido cuatro años desde su paso por Gran Hermano 16 y sin embargo, como si no hubiera pasado el tiempo, revivía su viejo sueño con cada pincelada de sombra de ojos. El evento reuniría a participantes de todas las ediciones, periodistas, productores, famosos vinculados al concurso y directivos de la cadena, no podía permitirse escatimar en recursos, debía acaparar todas las miradas. Con sus ahorros compró el vestido más espectacular de Stella McCartney y unos Manolos suficientemente altos para catapultarla al cielo de las estrellas de televisión. Su amiga le prestó el dinero para hospedarse en un lujoso hotel de la capital durante los días previos, con todo lo necesario para aliviar tensiones que pudieran repercutir negativamente en su aspecto.

Una vez peinada y maquillada se enfundó en su vestido azulón y se subió a los zapatos; la limusina que había alquilado su hermano para ella esperaba en la puerta del hotel. Atravesó la recepción con paso firme disimulando darse cuenta de que todas las cabezas se giraban para admirar su belleza. ¡Qué excitación! Su nueva vida estaba a punto de empezar.

Al llegar a la fiesta, al estilo de las divas más divas hollywoodienses, dejó resbalar su estola hasta los brazos extendidos de la encargada del ropero y se dirigió altiva al centro del salón en busca de alguien solvente que le ayudara a conseguir su propósito. No había caminado cuatro o cinco metros cuando vio a Sandra coqueteando con uno de los productores del programa. ¡Horror! Su eterna rival, quien tras el susto inicial esbozó una sonrisa de satisfacción al ver la cara estupefacta de Sofía, llevaba su mismo vestido. Sofía, ni corta ni perezosa, dispuesta a aprovechar esta segunda oportunidad a cualquier precio, deslizó los tirantes del vestido dejando que este cayera hasta los pies. Ataviada únicamente con una minúscula braguita plateada, tomó una copa de cava de la bandeja de uno de los camareros y alborotando con la mano su larga melena, ante la mirada atónita de todos los presentes, se dirigió decidida al fotocall.

Imagen: Tamara de Lempicka

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