25 de julio de 2013

Mi nuevo yo

Llegué al local elegido con diez minutos de retraso, las prisas me impidieron esquivar el enorme espejo que presidía el recibidor desde un lateral y el reflejo de un rostro, al que no terminaba de acostumbrarme, me golpeó con fuerza. Durante un tiempo que no sabría medir quise salir corriendo. En lugar de hacerlo me quedé inmóvil allí en medio, incapaz de adelantar o hacer retroceder mis pies hasta que un camarero de sonrisa afable me rescató de la parálisis. Pedí que me pusiera un café en la barra mientras esperaba a la persona con la que me había citado ─le dije─ y me senté en un taburete alto.

La cafetería rebosaba clientes a esa hora: señoras que custodiaban con celo sus carros de la compra, estudiantes que llenaban las mesas de folios escritos, ejecutivos inmersos en sus periódicos y muchas otras personas de características variadas. Todos ellos compartían espacio con Esteban y conmigo. No me fue difícil localizar la americana negra y el fular gris en una mesa junto a uno de los grandes ventanales. Él plegaba y desplegaba el sobre de azúcar vacío con la mirada hundida en la taza y pensé que había llegado el momento de decidir, entre pagar y marcharme por donde había llegado, o levantarme y acercarme a la mesa de mi admirador. Decidí lo segundo.

─ ¿Esteban? Hola, soy Eva ─levantó la cabeza de la taza y me miró con los ojos muy abiertos─. Entiendo, no te preocupes –añadí. No me dio tiempo a girarme para salir. Se puso en pie de inmediato y retiró una de las sillas invitándome a tomar asiento.

─ Perdona, me ha sorprendido tu altura. Claro, qué tontería, eres modelo. Ahora que la americana ha cumplido su función y me has reconocido sin problemas por fin me la puedo quitar, me estaba asando de calor.

Aquellas palabras desenfadadas me hicieron sentir bien.

Los comentarios de mis seguidores habían descendido estrepitosamente durante esos meses de reclusión, no se actualizaba una fotografía mía desde el accidente que me desfiguró la cara. Amalia no me lo decía pero tampoco necesitaba asomarme por mí misma a las redes sociales para saberlo. Conocía la existencia de Esteban a través de mi amiga y agente. Ella se había esforzado por recuperar mi autoestima del pozo de la depresión y me hablaba del contenido de sus mensajes a diario. Esteban era uno de los pocos fieles seguidores que me quedaban después de tanto tiempo de inactividad.

Aquella mañana me levanté con un renovado entendimiento y decidí que ese día debía ser el primero de una nueva vida. En la ducha dejé que buena parte de mis dudas corrieran hacia el desagüe, disfruté por primera vez en mucho tiempo del tacto de mi piel al extender el aceite de karité comprado meses atrás. Había perdido mucho peso, no fui del todo consciente hasta notarme las costillas bajo los dedos y tener que añadir dos nuevos agujeros al cinturón para ajustarme los vaqueros. Una camiseta blanca, unas bailarinas y un colgante color turquesa completaron el atuendo. Nada de maquillaje, solo una ligera hidratante aplicada mientras colocaba con fingido distraimiento la toalla en su sitio. Fue ese el día en que conocí a Esteban, el mismo en que me propuse aceptar mi nuevo yo. Después de dos años rompimos, como les sucede a tantas otras parejas; nada fuera de lo común: rutina.

Seguramente yo no esperaba que aquel correo cambiara mi vida; seguramente él no esperaba recibir respuesta cuando me invitó a desayunar, pero la recibió:

Nos vemos en una hora en el Café Maravillas.
Besos

Eva

12 comentarios:

  1. Una bonita historia muy bien contada, Frida.
    Besos, preciosa.

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    1. Da gusto, siempre tan pendiente de todos nosotros. Muchas gracias y muchos besos.

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  2. Te fluyen las palabras de tal forma que parece que todo estuviera ahí pintado para mirarlo.

    Tu admiradora

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    1. Qué bonito lo que me dices. Muchas gracias, Araceli.

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  3. Acabo de descubrir tu blog y me he dado de bruces con esta historia tan interesante, tan tierna y tan bien narrada. Me ha encantado descubrirte.

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    1. A ti te ha encantado descubrirme y a mí me encanta ver caras nuevas por aquí. Muchas gracias, Josep. Vuelve cuando quieras.

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  4. Muy interesante... pero sabremos que paso despues??? besitos cielo, me alegra tenerte de nuevo por aqui

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    1. Bueno... ella tuvo la oportunidad de empezar una nueva vida con su nuevo yo y colorín colorado este cuento se ha acabado. Lo siento, pero de él no he vuelto a saber más :-)
      A mí sí me alegra tenerte de nuevo por aquí. Un beso, amor.

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  5. Qué bonita historia, y con una hermosa lección de trasfondo… Enhorabuena, cielo, nunca me canso de leerte. Cada día escribes mejor.

    Besos y abrazos.

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    1. ¿No te había respondido, querida Atxia? Pensaba que sí. Muchas gracias, cielo. De eso se trata, ¿verdad? de intentar ser mejores, cada día un poquito más (en esto de la escritura y en todo lo demás). Un beso, amor.

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  6. Cuando te engancha un diálogo, la historia termina por atrapar los sentidos; qué gusto llegar a tu blog y leer más de tu magia.

    Besos y abrazos.

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    1. Hola, Mily. Bienvenida a mi blog, me alegra muchísimo que te guste. Esa es la única motivación y también la recompensa: llegar a quienes tienen la osadía de atravesar la puerta :-). ¿Nos conocemos? En cualquier caso besos y abrazos también para ti. Vuelve cuando quieras.

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