23 de junio de 2010

Falocias


Imagen: Tom Ruddock

- Qué mala cara, señora.
- Sí, no he dormido muy bien.
- ¿Qué le apetece hoy? Tengo una mermelada riquísima de falocotón ¿Quiere unas tostaditas?
- ¿Qué dices, Manolita?
- Sí, señora, esa que hace la madre de Vicente con los falocotones que le traen de Valencia.
- Ah, bueno, unas tostadas estarán bien, respondió la señora sin entender.
- Pues sí, señora, todo mi pueblo está consternado por el falogrado Ramiro. Qué gentuza, darle un falo en la cabeza cuando cogía las patatas. Y total, por cuatro pobres tierras.
- Ya, sí, no me extraña. Manolita, ¿se ha ido ya el señor?
- Que va, señora, está en su cuarto limpiando sus escopetas y ordenando los falines. Perdone que me meta donde no me llaman, señora, pero el señor va a acabar en un lío más temprano que tarde. Desde que las falomas del vecino le estropearon el rosal está como loco. El otro día le sorprendí apuntando al falomar y lo peor es…
- Ya, ya, Manolita, luego me terminas de contar, que la peluquera está a punto de llegar.

Se sentó la casta señora en su tocador y mientras miraba sin mirar su señorial rostro en el espejo, se preguntaba si no se trataría de un castigo divino por tener semejantes sueños.

- ¿Se puede?
- Pasa, Matilde, buenos días. Estaba colocando los perfumes mientras llegabas.
- ¿Qué le hago, lo de siempre?
- Sí, pero cárdame menos. Hoy quiero ir más natural, que tengo que ver al padre Andrés y al doctor Acebedo.
- Muy bien. ¿Ya le he contado lo del novio de Rosario? Bueno, está encantada, señora. El muchacho es falo.
- ¿Cómo?
- Sí, señora, me ha dicho Rosario que así es como se llama a los franceses. Es que ni se imagina lo que está aprendiendo desde que se ve con él.
- Ay, madre, pensó la señora.
- Estudia en la universidad y la lleva a ver cosas muy interesantes. El otro día estuvieron viendo una exposición sobre el falo de Alejandría.
- Qué interesante. Mira, tápame esto un poquito.
- Ay, señora, no quiero alarmarla pero esto es un comienzo de falopecia, aunque con una horquillita aquí y otra ahí… ya está, solucionado. Pues se llama Falisto, como el amante de Melibea, le ha dicho el muchacho a Rosario. Bueno, un poquito de laca y ya está, ya tiene la señora su recogido perfecto.
- Gracias, Matilde. Cuando bajes le pides a Manolita lo tuyo. Adiós, adiós.

Todavía aturdida se puso la señora el traje verde oliva y salió hacia la parroquia.

- Doña Virtudes, cuánto bueno por aquí. No sé qué sería de esta humilde parroquia si no fuera por su ayuda.
- No exagere, padre Andrés. No tiene importancia, la restauración del santo bien merece la pena. ¿Dónde lo tiene?
- Aquí está. Mírelo, si hasta me parece ver un falo de luz.
- Señor bendito, el padre también.
- ¿Cómo dice?
- No, nada, nada, que es una talla preciosa. Bueno, pues aquí le dejo el sobre, es que tengo mucha prisa.
- Vaya con Dios, doña Virtudes.

Salió la señora del templo con tanta prisa como vergüenza y se encontró con su amiga Angustias.

- Virtudes, qué alegría verte. Qué bien que salió la celebración del niño.
- Cuánto me alegro, Angustias. Querida, no quiero parecer maleducada pero me espera el doctor Acebedo.
- Tranquila, mujer, por lo que le pagas bien le merece la pena esperarte unos minutos. Verás, mi tía Sagrario le regaló un falón. Anda como loco dando patadas todo el día. Y es que en eso se parece a su padre, le apasiona el falompié. Por Dios, qué alcantarilla tan faloliente. Ven, vamos más para allá.
- No hace falta, Angustias, yo ya me voy. Vente mañana a tomar café, ¿te parece?
- Bueno, Virtudes, pues hasta mañana.

Estupefacta, llegó la señora al dispensario del doctor.

- Esto no es nada, doña Virtudes. No hay rotura de falonge. Se toma estas pastillas y verá cómo la inflamación le baja en unos días. Ya me dijo mi colega que se solucionó su problema de las trompas de Falopio.
- Sí, sí, todo muy bien. Un hombre muy sabio.
- Más sabio que el rey Falomón, doña Virtudes, ya se lo digo yo. Bueno, adiós, adiós.

Y así, entre falocias y falismos pasó todo el día la señora. Se acostó temprano, no sin antes pedir misericordia en sus oraciones.

- Buenos días, señora. Hoy no tengo mermelada de melocotón, la gasté toda en el pastel que hice para el postre, pero tengo unas naranjas…
- Buenos días, Manolita, qué alegría me das. Ponme lo que quieras y ven aquí y me cuentas todo lo que dejaste ayer a medias.
- Enseguida, señora, pero aguarde un momento que mire la polla que dejé en el fuego.

3 comentarios:

  1. Atención, atención, última hora: En estos momentos millones de falos invaden la Tierra. No se sabe con exactitud en qué momento llegó el primero, aunque dicen que se llamaba Adán y que fue el que más jodió de todos. Si te encuentras con uno, mantén la calma, déjalo entrar, después de pocos minutos vuelve a salir por donde ha entrado.

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  2. Es ágil, bien escrito,divertido, genial. Realmente, Frida, hemos tenido bastante suerte, no solo con la compañía, sino con el batallón completo que hace maniobras por NW. Tú eres una escritora como la copa de un "fino", ja, je, es genial, y yo, dado que eres joven, espero que el mundo se arroje a tus pies, bueno a tus fies, para que puedas sonreir, si no como best seller ( quien sabe) si al menos como fest seller. Un abrazo.

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  3. Gracias, Emilio. Bueno, no sé si este texto merece tus palabras, pero a mí me sirvió para jugar con el léxico. Resultó ser una experiencia realmente divertida.
    Besos

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